Lou Castel, curtido en todo tipo de películas (más de 130 en su carrera) interpreta con 70 años a un anciano enfermo que vive solo en un apartamento en el que guarda todo tipo de recuerdos y objetos del pasado.
La lapidación de Saint Étienne es un film que demuestra que Castel sigue estando en plena forma y su poder interpretativo aún tiene mucho que dar de sí, ya que le avalan su experiencia y su credibilidad. Se trata de una película pequeña, de carácter independiente…
¿Cómo decide involucrarse en el proyecto? ¿Conocía al director Pere Vila?
No. No conocía al director. El proyecto le llegó a mi agente, que tuvo una reunión con los responsables. Hace años que Luis (Miñarro, productor de la cinta) tenía el proyecto en mente y le dijeron a mi agente que estaban interesados en que participara. Pasó bastante tiempo y yo realmente me olvidé del asunto. Llegué a creer que la película no se haría nunca. Era todo muy vago… Un día es como que ves el sol y luego se pone a llover y todo cambia de repente. Pasado el tiempo la cosa se concretó más. Empezaron a preparar el que iba a ser mi vestuario, se perfiló más el personaje… y ahí es donde me interesó más y me dije, «vaya al final se va a hacer la película».
¿Qué es lo que más le interesó del guion? Hay pocos diálogos en realidad. El film se basa mucho en acciones y en el aspecto visual de su personaje
Al principio el guion dejaba ver a un personaje muy religioso, con muchas referencias algo metafísicas o intangibles. Yo no lo entendía mucho. Después, cambiaron un poco más la historia y todo se fue definiendo más. Lo fui comprendiendo mejor, vi viendo más colores en el texto. Empecé a apropiarme del personaje, a entender por qué hacía unas cosas y otras, que para mí es fundamental. Los detalles, las descripciones del apartamento… todo fue mucho más completo y es cuando vi que había una gran historia.
Su personaje lleva todo el peso central de la trama y es prácticamente el único hilo conductor. ¿Fue difícil prepararlo?
Dificilísimo. Muy difícil, de verdad. Cuando tienes un personaje descrito, por ejemplo, en una novela, con el texto, sabes físicamente y mentalmente cómo es. Otra cosa muy distinta es trasladar esas letras y hacer gestos delante de una cámara. El personaje de Étienne tiene bastante complejidad y me costó bastante meterme en él y hacerle creíble.
La soledad en la tercera edad y las relaciones de un hombre mayor con su hija. Es inevitable acordarse en ciertos aspectos del filme Amour de Haneke ¿qué opina al respecto? ¿Ha visto este filme?
He oído hablar muy bien de Amour de Haneke pero no he tenido oportunidad de verla. Conocí a Haneke cuando no era famoso y he visto bastante de su cine así que quizá pueda haber algún vínculo entre ambas películas. Si fuera un film de Haneke estaríamos sabiendo mucho más. Creo que quizá en este caso se dan menos detalles y tenemos menos información sobre el personaje.
¿Conocía a Marie Payen, la actriz que interactúa con usted y encarna a su hija?
No la conocía mucho. Fue todo muy rápido. Tuvimos que preparar las secuencias con rapidez. La relación entre los dos personajes es curiosa porque aunque muchos me dicen que ella es muy mala en el film, no sé si esto es realmente cierto porque en cierto modo mi personaje también le dice cosas como «no le hagas esto a tu hijo…» y eso es muy cruel por mi parte. Creo que es interesante.
Tuvo usted oportunidad de trabajar con grandes cineastas. Uno de ellos fue el alemán Rainer Werner Fassbinder, ¿qué destacaría de él?
Mi opinión sobre él es muy positiva. Era muy cercano, todo lo contrario a lo que se dice sobre que era muy dictatorial. Para mí fue quizá el director más humano con el que he trabajado en mi carrera. Aún recuerdo cómo me le encontré una vez en el Festival de Berlín mucho después, vestido en plan clochard, como un bohemio. Trabajando te decía lo que sentía en cada momento pero como una persona normal, no como si estuviera haciendo de director. En esto era muy distinto a Wim Wenders, por ejemplo, que era un hombre que sí tenía esa conciencia y esa condición de estar ejerciendo como director. Por eso llegué a conocerlo menos como persona. Con Fassbinder esto no me pasó.
¿Con qué directores le gustaría trabajar?
En realidad no pienso en un nombre concreto. Prefiero pensar en los proyectos y ver si son interesantes.
¿Tiene algún papel del que se sienta más orgulloso?
Recuerdo con mucho cariño la película que hice con Salvatore Samperi en 1968. Creo que fue la cuarta película que hice y se llamaba Grazie, zía. Interpretaba a alguien que quería ser rebelde a toda costa, a pesar de ser rico. Me gustó mucho la libertad de improvisación que tuve en esta película y que Samperi me otorgó. Tuve mucha libertad para la creatividad de este personaje.
Fotos: Nacho López
[…] Aquí la entrevista que he realizado al actor en la web VIDEODROMO durante su visita de promoción por España. […]